“Secuestro de la amígdala” (amygdala hijack), es el término que se usa desde la neurociencia para describir a esas situaciones en las que estamos totalmente tomados por nuestras emociones y por ende emitimos una respuesta puramente emocional, donde no hay espacio para nada reflexivo ni analítico.
Algunas cosas para preguntarnos sobre estos momentos tan desafortunados: ¿Qué me dispara este tipo de reacción tan irracional? ¿Con cuánta frecuencia el resto de mi ser es secuestrado por mi amígdala? ¿Qué impacto tienen este tipo de reacciones en mi vida y sobre todo, en la vida de los seres con los que convivo a diario?
Cuando trabajamos Gestión Emocional, me encuentro a menudo con la sorpresa que expresan couchees y participantes de workshops cuando menciono que el trabajo que tenemos que hacer para gestionar nuestras emociones es sobre nuestros PENSAMIENTOS y no sobre nuestras EMOCIONES. No hay mucho que podamos hacer con lo que vamos sintiendo (y ya es muy bueno que vayamos sintiendo, más grave es aun cuando casi no hay registros emocionales). Lo que sentimos, es lo que sentimos. Sobre lo que podemos trabajar es cómo reaccionamos frente a ello.
Entonces, la gestión o el control, es sobre los pensamientos. En la gran mayoría de las situaciones son ciertos pensamientos incesantes, o patrones de pensamientos muy encriptados en nosotros mismos, los que nos llevan a “ser secuestrados por nuestra amígdala” y en consecuencia terminar teniendo “conductas desafortunadas”.
Si se sienten a menudo muy tomados emocionalmente, lo primero que sugiero, es comenzar a estar mucho más atentos a la forma en que pensamos, juzgar desde afuera nuestros propios pensamientos. Los pensamientos no son inocuos, tienen absoluta incidencia en nuestras emociones y nuestras conductas.
Un ejemplo, ¿por qué frente a una situación de incertidumbre, siempre pienso lo peor en vez de lo mejor? ¿Por qué frente un desafío laboral pienso más en todo lo que me puede salir mal, que en todo lo que puede salir bien? El MIEDO, emoción natural que puedo sentir frente a una situación de incertidumbre, combinada con PENSAMIENTOS NEGATIVOS, seguramente me lleven a conducirme de un modo totalmente distinto al MIEDO combinado con PENSAMIENTOS POSITIVOS.
Entonces, para evitar el secuestro, nuestra vigilancia debe estar sobre nuestros pensamientos. Trabajar una y otra vez sobre ellos, reformularlos hasta naturalizar nuevos modos de ver la vida.
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